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jueves, 29 de enero de 2015

BREVE ESBOZO DE HAIKÚ NOCTURNO
En medio de la noche, la luna
es el rostro del destino que mira a los amantes,
o en medio del destino,
la luna es el rostro de la noche
que mira los recuerdos,
o en medio del recuerdo, la luna es el rostro
de los amantes que miran la distancia.
También puede decirse que, en medio de la luna
la distancia es el recuerdo de una noche,
o bien, que en mitad de la distancia
la luna es el alma del insomnio,
o que en medio del insomnio, la luna es
la memoria del silencio,
o aun que, en mitad del alma del poeta,
la luna es un poema del destino...
La luna puede ser también
un espejo que busca una mirada,
y la mirada del poeta puede ser
un espejo en que la luna se refleja,
y el insomnio
ser el camino que sigue la luna
a través de la noche,
y ser la noche constancia del silencio
de la luna.
Se pudiera agregar una nube
(aunque creo
que otro ya lo hizo alguna vez)
o algún otro motivo,
pero sería complicar las cosas...
Más bien, deberíamos sacar de ahí
a los amantes, al destino,
al recuerdo, a los espejos, al insomnio
y, por supuesto, al poeta.
Luego, mandar a la distancia y al silencio
al fondo o entre líneas.
Deberíamos decir entonces de la luna
que es
'un redondo poema
alrededor de cuya luz
crece la noche.'
Tan sólo hay que tener cuidado,
al escribirlo,
de que la luna no esté en creciente o en menguante.
CRISTIÁN

domingo, 18 de enero de 2015


Me cubro con la sábana haciendo ver que es una capa de estrellas,
mi cuerpo tiene frío y me estremezco al querer entrar en tu sueño,
entraría en silencio para no despertarte, pasaría por tu oído,
susurrándote para adentrarme en tu cuerpo,
me sentaría en tu corazón para sentir tus latidos,
lamería tus heridas más profundas,
y acariciaría tus pulmones para dejar un pequeño perfume,
esa noche jugaría al escondite
y me escondería en un lugar donde no me encontraras,
para saber tus secretos más íntimos,
esa noche sería parte de tú sueño.

Dámaris Llaudis




lunes, 5 de enero de 2015



No sé como lo haces que me haces sonreír, no conozco tu nombre, tu ventana está tapada por una cortina azul y no me deja ver nada de ti, a veces dejas insinuar algo de tu rostro, pero rápidamente lo cubres con tu máscara de hierro.

Te doy las gracias por tu regalo, ha sido de esas sorpresas que no las esperas, tu cuento saboreado lentamente, como si de un caramelo se tratara, ha conseguido que en un instante fuera ingenua.

No rumies mal de mí, solo quiero ser tu amiga, que me domestiques como el zorro del libro; “El principito”, solo eso, nada más, solo quiero acariciar la arena en la playa y ver algún amanecer salir, correr por la playa descalza y bailar algún tango en Paris.


Dámaris Llaudis